lunes, 9 de septiembre de 2019

ENTREVISTA AL POETA DANIEL ARIAS (BUENOS AIRES)

ESCUCHA EL AUDIO:
https://www.youtube.com/watch?v=-720KI5s2l4


POETAS ARGENTINOS - ENTREVISTA: CLAUDIA AINCHIL. PRODUCCIÓN CAMILA SUNICO. OPERACIÓN TÉCNICA: BCN RADIO. LOS MIÉRCOLES DE 20 A 21 HS. POR LA RADIO DE LA BIBLIOTECA DEL CONGRESO DE LA NACIÓN

DANIEL ARIAS (BUENOS AIRES)


Cuando todo quede sin nombre
y lo oscuro despida la memoria
que mis manos tengan la forma del viento,
que fluya en la savia del pino,
acaso suba por el humo de la mañana
como dedos de aire.
22 – 9 - 11


En mi principio esta mi fin, dijo Eliot,
era verdad.
Hubo un tiempo que fue futuro,
que fue pasado,
giros confusos en luces,
días de belleza, tiempos de brillos
y sombras que no permanecieron,
lugares aletargados que fueron movimiento,
floraciones, intentos y diamantes,
viento cargado de rostros,
hojas secas arrastradas por calles de suburbio,
viento vacío de toda regla,
abstenciones, distancia,
caída en soledad al no mundo,
al espacio de las privaciones,
vacío imaginario entre dos paredes altas,
hombres y hojas sin tiempo pasado
entrando en el trapecio del futuro,
pasado y futuro son puerta de las decepciones
con su tejido de palabras
que abren sus callejones sin sentido.
Allá donde se reclina el sollozo,
el agua sigue de los ojos la tenue pendiente,
sigue lentamente en silencio,
en oscuro silencio,
cayendo….

3 – 12 - 02


Escucho decir, todas las cosas son mías,
el viento, las rocas, las ramas son mías,
aquel impulso, este borde, esa mano son míos,
no importa como ni cuanto pero  todo lo que siento es mío,
dicen mío a todas las cosas.

No se que es mío todo siento extraño y me golpea la certeza de lo ajeno
lo inasible, lo incomprendido, lo lejano y aquello que deseo con ese ardor
largamente amado, aquello tan fuera del alma un tres de febrero
tan lejano en el cielo y tan secreto como eterno
aquello que asoma en las plegarias como un huésped en las noches
en las que he cavado en la oscuridad con desesperación,
no es mío.

Mio es el camino, la desilusión, el peregrinaje y la duda,
mis manos que se despliegan lentamente al espacio cotidiano
hacia el corazón, tu corazón, que llegó como la lluvia.
3 – 4 - 12

  
Dolor, tu espacio es demasiado grande,
voy a entrar en tu casa como un ejército,
inadvertido.
De tu mano infinita como aves marinas
que vuelan hacia el mar,
la palabra,
larga en sombras decide quedarse.
Mi pequeño átomo trepa la corriente
y no ve la llave que abre tus caminos,
la mentira nos viste
con una rondita de hojas,
y disuelve la tarde.
                                                                         15 – 7 - 02
La tortura sobre los cuerpos
zigzaguea con su dedo amarillo
luego, señala un cielo de tierra
sigue ondulando en el humo de las cosas
después, señala una encrucijada,
una estrella enferma y una patria vieja,
esos nombres se han perdido
como amantes que se despiden
para siempre.
16 – 10 - 09
Las iglesias son cuatro muros de piedra
que alzan cenicientas sus torres al cielo
allì perdemos los ojos anémicos
y alimentamos pájaros con la mirada.
En las iglesias hay sombras largas
como un atributo glorificado
que nos habla en voz alta del dogma,
oprimen la culpa del mundo al dolor de los santos
y la muerte visita con su traje blanco
la antigua noche de la espada
su luna oculta.
Las iglesias cantan sobre piedras negras
viajan por las raíces del hombre
hasta la puerta del sol
única puerta donde entra luz
y nos deja sin memoria, ciegos
todos buscan un árbol silencioso de verde justicia
pero solo hay un camino largo
para los que tienen sed y sueño y hambre
acorralados por el mar encrespado de la vida
por sus casas quemadas y sus hijos
agujereados en el fondo de sus ojos,
todos pasan y se convierten en piedras,
un rio seco que espera
la campana de la resurrección.
23 – 8 - 13


Un niño silencioso penetró tus ojos y el sol estaba alto
un aroma transparente cubría la casa
de sueños interminables y manos en el pasado y el futuro,
demasiado tiempo en el agua de tus ojos el pulmón de la noche
exceso de miradas como primavera en los tiempos del ruiseñor

¿Dónde estaba la gente cuando el sol devastaba las veredas?

¿Dónde estaba la ciudad con su carro de vida hablando a los insectos?

Un niño luminoso bebe pensamientos bajo un cielo ardido
aquí no hay ecos,
todos sonreímos en el borde de la huida como en otro tiempo,
cantamos entusiasmados entre sueños mientras duelen las heridas,
ella lleva el peso del otoño encima de los ojos.
7 – 10 - 11

No hay comentarios:

Publicar un comentario