jueves, 15 de marzo de 2018

ENTREVISTA AL POETA FABIÁN SOBERÓN (TUCUMÁN)

ESCUCHA EL AUDIO:
https://www.youtube.com/watch?v=FVsz4Z7QpIE


POETAS ARGENTINOS: ENTREVISTA CLAUDIA AINCHIL. PRODUCCIÓN CAMILA SUNICO. OPERACIÓN TÉCNICA: BCNRADIO. LOS MARTES DE 20 A 21 HS. POR LA RADIO DE LA BIBLIOTECA DEL CONGRESO DE LA NACION http://bcnradio.com.ar/

FABIÁN SOBERÓN  (TUCUMÁN)

STATEN ISLAND

Dicen que Thoreau vivió en Staten Island
y que tenía un rabioso perro lanudo 
que paseaba jubiloso y manso por la quinta avenida.
Dicen que su máquina de fotos
quemaba los rumiantes árboles del Central Park
y que los caballos raquíticos lloraban por el olor lejano
de la melancólica manzana glamorosa.
Viejo y olvidado Thoreau
alguna vez viviste entre los arduos parajes de Concord
en la ruinosa y esplendente casa de Emerson
y secaste tus manos de heno en el agua turbia.
Tu blanca voz de hermoso farmer barbudo
batía las verdes hojas matutinas
entre las ranas quejosas del estanque.
No sabías
sí lo sabías
que tu isla estaba al frente de una babel infernal 
que era el puerto de insólitos delincuentes 
y de judíos perdidos en la nostalgia
y de rubicundos italianos solitarios 
y de difíciles poetas incógnitos
escondidos en las arterias invisibles de la desdicha.
(Ciudades escritas. Crónicas desde EEUU, 2015)

OCTUBRE

Desde el roce frenético de la tierra en la fosa fúnebre
veo la mansedumbre de la calle en el silencio nocturno.
Luces apagadas, autos rancios, inmunes pájaros de la noche
custodian esta sutil nostalgia, irrespirable
que no se apaga
porque ningún fuego se apaga.
Adoradas ciudades inalcanzables
desde este páramo de alambre retorcido
y caóticos sueños de óxido y basura
evoco el rostro bifronte del centro oscuro y noble
de las casas capitalistas.
Desde esta fosa negra 
desde el miasma sonoro y caústico de la desdicha
canto el ocio imparable de las ciudades escritas
por la sombra imborrable de la dicha.
Oh, penumbrosa Boston 
con tus inciertas calles de luces amargas 
llenaste el corazón de la desesperación
y el viejo chino, azorado, camina sin rumbo
en un domingo perdido.
Inolvidable, incomparable New York
nunca dejaré de volar en las volutas de las nubes innumerables
en la luz hermosa y tibia de la babel invertida 
en el bullicio perfecto de las locas avenidas húmedas.
Fue en octubre
cuando el barco se fue a pique
y las gaviotas dejaron su huella de agua y viento
y los peones de García Lorca avanzaron 
con su manto de cenizas,
y el viejo y hermoso Walt Whitman
caminó por el verde supermercado
de Ginsberg.
Octubre
joven y dorado otoño de California 
tardía luz inmune a la sombra
verano gastado y rojo
que luce su melena al viento.
Las perdidas ciudades de octubre
brillan en el centro violeta de la melancolía
con los suaves látigos del mar turquesa.
La arena suena de noche
al lado de la ventana entreabierta
de los ojos cerrados de Bruno
pegado a la sonrisa.
Una noche, incandescente y oscura 
Bruno habló en un susurro:
vení, papá, me dijo,
aquí está la felicidad.
(Ciudades escritas. Crónicas desde EEUU, 2015)

HELADO

En la esquina de Washington Square
un carrito violeta
vende helados de tres dólares.
Una chica morena
con visera y serena
expende su mejor sonrisa boricua.
Habla la lengua de los desahuciados
los pusilánimes, los expatriados.
No me mira
cuando entrega el cono de vainilla.
Sólo sonríe
con esa luz en los ojos
de exportación.
El viernes le compro
y no tengo cambio.
Entonces
me regala el helado 
por un dólar.
En el último gesto
veo su cara de derrota.
Más adelante te lo alcanzo, digo.
Yo estoy siempre aquí, dice.
Levanto mi cabeza 
hacia los árboles eternos
y sé que no la volveré a ver.
(Cosmópolis. Retratos de Nueva York, 2017)




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