viernes, 30 de marzo de 2018

ENTREVISTA AL POETA ALDO LUIS NOVELLI (NEUQUÉN)

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https://www.youtube.com/watch?v=4bs1zHJ8wKk&feature=youtu.be


POETAS ARGENTINOS: ENTREVISTA CLAUDIA AINCHIL. PRODUCCIÓN CAMILA SUNICO. OPERACIÓN TÉCNICA: BCNRADIO. LOS MARTES DE 20 A 21 HS. POR LA RADIO DE LA BIBLIOTECA DEL CONGRESO DE LA NACION http://bcnradio.com.ar/

ALDO LUIS NOVELLI (NEUQUÉN)

Desierto

             a los habitantes del desierto
             a los que murieron de sed

             a los iletrados
             a los sedientos de palabras

             a los amigos ausentes
             a los presentes sin tiempo

             a mi familia

Andando el viento

Miraba el viento
- el viento también tenía sus colores:
era gris, a veces blanco
y se volvía de plata...

(Antonio Aliberti- Argentina, 1938-2000)

La poesía, es un oasis luminoso en el centro del desierto.

Llegar a la poesía, implica atravesar el desierto.
Ese inmenso y sediento desierto, que se debe recorrer, es el territorio del poema.

El poema es la sed. 
(a.l.n)

I

El dragón verde
salió de las matas de jarillas
y avanzó lentamente hacia mí.

Miré a mí alrededor
ningún compañero a la vista
ningún superhéroe celestial
que venga en mi ayuda.

Estoy solo
en medio del desierto.
Estoy solo
en el centro de mi infancia.

VII

En el desierto
el tiempo se dilata bajo el sol
hasta convertirse en arena.

Los habitantes del desierto 
jugamos ingenuamente con esa arena
la tomamos en un puño
y apretamos fuerte fuerte
hasta que se desliza entre los dedos.

Cuando abrimos la mano
vacía
ya somos adultos sin pasado.

XIV

El gualicho merodea el desierto
y se acerca a las casas para aposentarse
en algún ambicioso.

Pirquineros y cateadores
se esconden temblorosos
en la grutas de la montaña,
pero el huecú pasa de largo
hasta la casa del intendente.

En el pueblo, todos sabíamos
que ciertas fiestas protocolares,
eran orgiásticas salamancas a la sombra del viejo sauce.

XV

Algunas mañanas de vientos furibundos
la estepa alacranada se tornaba verde
como el oleaje encrespado de un mar de jarillas.

En esos días indescriptibles
cuando la tormenta apaciguaba su furia,
salía a caminar y
diseminaba espejos roturados
entre la arena del desierto,
así por las noches 
recogía brillantes fragmentos de estrellas ilusorias.




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