https://www.youtube.com/watch?v=u-Pmw3lX1F8&feature=youtu.be
POETAS ARGENTINOS: ENTREVISTA CLAUDIA AINCHIL. PRODUCCIÓN CAMILA SUNICO. OPERACIÓN TÉCNICA: BCNRADIO. LOS MARTES DE 20 A 21 HS. POR LA RADIO DE LA BIBLIOTECA DEL CONGRESO DE LA NACION http://bcnradio.com.ar/
ESTELA ZANLUNGO (BUENOS AIRES)
Mordaza
La idea de esos años
felices
se va cubriendo por
delante con una tela sepia,
un lienzo
transparente
como el recuerdo de
otra vida.
Ahora ni una brizna
de pasto
ni espiga o vaquita
de santo.
Del horizonte viene
una arena y un viento
que la empuja bajo las puertas.
Aún así,
han vuelto las
mujeres a desplegar los trapos
de par en par
postigos y persianas
meta cepillo y balde,
a ver si el agua
logra llevarse el maleficio.
Algunos nos lanzamos
desesperadamente
como gatos con sed
sobre la tierra yerma
los ombligos al
cielo.
Se deshace en el aire
una bruma amarilla.
Preguntamos
¿Alguien sabe qué
será de la vida de Santiago,
si anoche durmió
bien,
dónde pasó la tarde,
en quién pensó
mientras trataba de cruzar el río,
si tiene un par de
medias secas para cambiarse?
¿Alguien lo vio
volver a casa,
prender el fuego para
entrar en calor, llenar
la pava a la mitad,
tirar la yerba de
ayer en una bolsa?
Dice mi madre que no
hay nada peor
que irse a dormir con
los pies fríos.
Mamá,
un hombre solo frente
a un ejército
está desnudo para
siempre.
Corderos
Todos
los días me despierto pensando
en
escribir sencillamente,
como quien pone a hervir una manzana en un una ollita,
como quien pone a hervir una manzana en un una ollita,
un poema
que explique qué está pasando afuera.
Me digo:
la poesía no está
obligada
a esclarecer
por qué
se muere de un invierno tan lento
en una
tierra de lombrices
profundas
ni a consentir la idea
de que
puertas adentro estamos bien.
El aire
se está volviendo irrespirable
aunque pronto lo entibie el cambio de estación
y falta un tiempo difícil de medir
aunque pronto lo entibie el cambio de estación
y falta un tiempo difícil de medir
para
entender si se espera de nosotros
una
prueba de amor
que
exige ofrecerse a los lobos
por el
cuello.
Septiembre
El poema decía que el cambio de
estación
entibiaría el aire.
Debe ser cierto, porque el gato de
enfrente
viene temprano a chuparse una
astilla de luz en la esquina del
patio.
Yo tengo tiempo para mirar
al gato que se lame la punta de la
pata
y se da vuelta cada tanto en este
cuadradito del vidrio
que me revela cosas inasibles.
De ser verdad,
si el gato vuelve mañana y repite
el ritual de estirarse
para que yo lo mire,
pronto estaré cambiando la lana en
el placard
por vestidos floreados y sandalias.
En Buenos Aires a estas horas
a uno también le dan ganas de
asolearse
como si aquí no hubiese sido
necesario salir
a preguntar, que digan qué le
hicieron
y todo fuese mudar a los estantes altos ropa
de abrigo,
como si se pudiese
poner un pibe al sol
y revivirlo y decirle a la madre
aquí lo tiene, señora,
no estaba muerto:
sólo esperaba que fuese primavera
para cruzar el río.
Intemperie
Un animal perdido
fuerte y hermoso como un
adolescente
deambula por mi calle.
Debe haberse alejado de casa
persiguiendo
quién sabe qué.
Pasó la noche enfrente bajo un
alero
hecho un ovillo. Le pegaba la
lluvia de costado;
diría mi madre una noche de perros.
Lo vi descalza, con la gata
enredada en los pies,
me levanté a poner traba a los postigos que
no paraban de batirse contra el
marco.
Hace un rato espié por la cortina:
se rascaba con ganas,
se sacudía los restos de humedad,
el sol se le instalaba en el centro
del pescuezo.
Ahora cada tanto se va detrás de
uno que pasa,
da vueltas en redondo y
se sienta después como esperando
que vengan a buscarlo.
Seguro que alguien anda poniendo
carteles
en el barrio.
¿A quién podría molestarle
que saliéramos todos a preguntar si
ha sido visto?
No se trata de un animal
abandonado:
sólo se fue hace un tiempo incierto
y se extravió en el camino de la vuelta.
Quién te dice mañana encuentre una
señal
y siga la ruta de su olfato.
Por las dudas, que siempre quede
una luz encendida.
Bajo
control
Se está incendiando el bosque.
En algún sitio hay humo pero lejos,
aquí las mujeres llevan hijos de la
mano
esperan antes de cruzar,
y los miran perderse en el patio de
la escuela.
Mi vecina baldea la vereda
temprano,
deja correr un poco el agua
como queriendo mantener a salvo
este rincón.
Alguien se ríe fuerte en una radio
todos se ríen fuerte,
se enciman en la risa de un modo
desquiciado
para que no se escuche la estampida
de los que todavía creen que se
puede escapar.
Porque todos sabemos que el bosque
está incendiándose
y sin embargo la mañana baja
amarilla
sobre los fresnos.
Ahora que llega el tren en llamas
hay que
tener cuidado y no dejarse
confundir
por el sonido familiar que pita y
pide paso
como si nada,
cada muerto concentrado en lo suyo.
Todos los
poemas pertenecen a Los días del buitre,
Ediciones La
mariposa y la iguana (2018)
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