domingo, 18 de agosto de 2019

ENTREVISTA A LA POETA SILVIA CRESPO (BUENOS AIRES)

ESCUCHA EL AUDIO:
https://www.youtube.com/watch?v=rtqlTpJZrNo


POETAS ARGENTINOS - ENTREVISTA: CLAUDIA AINCHIL. PRODUCCIÓN CAMILA SUNICO. OPERACIÓN TÉCNICA: BCN RADIO. LOS MIÉRCOLES DE 20 A 21 HS. POR LA RADIO DE LA BIBLIOTECA DEL CONGRESO DE LA NACIÓN
http://bcnradio.com.ar/

SILVIA CRESPO (BUENOS AIRES)

Su manera de envejecer
Mi madre encuentra un perfume incompleto
en el cuello de la noche
cuenta las arrugas de su voz 
cuando enciende su garganta apagada
sabe encarnar el poder de los dioses
cuando el hambre de sus lobos acecha su imaginación
se viste de niña
se peina con grandes tormentas
se mira crecer a la velocidad del viento
se mira llorar y gira aferrada al borde del insomnio
escucha pasar una y otra vez su destino por las venas
en aquel entonces vuelve a ensayar las primeras palabras
de los último días.

dios mortal
                                         A Johann Sebastian Bach
Sobre una hoja de papel
la sombra de su mano
es ala abierta que abarca su nido
Vibra en un concierto de tinta
Pesa las cuerdas del horizonte
Se piensa en la profunda lenta curva de una nota

Johann Sebastian sopla pluma por pluma 
y cierra los ojos para verlas caer
Mueve sus manos y compone un  último sueño sobre la almohada 
donde todo lo que muere deja nacer colores pendientes
donde todo lo que nace se inclina a rezar la belleza

En el eco del tiempo se escucha naufragar la antigua armonía desnuda
clara textura del contrapunto final 
y la triste fuga que ilumina Sajonia por última vez
un pentagrama sofoca los sonidos de un cielo al caer de sus manos
con las blancas y fusas pisadas de una deidad
que conoció en la música las texturas humanas
los ritmos del alma del mundo 
En adelante              por los siglos y los siglos
un Dios sin dios
los pasos de un dios en retirada

Viaje de un recuerdo

Este paisaje ruega su restauración
El cielo duda de un color a otro
subo por sus bordes a un verano que me mira
todo tiembla a la velocidad de una fotografía
se vuelca un perfume y estoy lejos
lo advierto y se disipa
blando como un sueño
grave con los ojos fijos
Eso que se escucha no es un gemido
es  memoria de la madera fresca del bote
es respiración de un instante detenido que regresa
y este pañuelo de otro tiempo
de otro mundo. 
Hay fragmentos de un bote que parte del pecho

Campo de trigo

Inspirado en el cielo y la tierra
el trigo imagina el pan de equidad
multiplicando la razón humana

Un país
Un país
que se asoma y mira al norte
al oeste y al norte
al este y al norte
Un país que asiente los mandatos cardinales
podría ser un país al sur del mundo
haciendo contorsiones frente a un espejo enorme
en la parodia del exceso
en su derroche
Sería un país receptor de descargas eléctricas
generadas y transmitidas por señas digitales
obedientes a los pulgares que bajan del norte
Sería un país
partido por un rayo.

Región callada
Te miro
a través de todos los muros
con tu silla roja
en el desorden de las constelaciones
y el concierto de las piedras bajo el agua
la paciente sonrisa con la que tatuaste
                  un lenguaje de gestos y silencios
Te miro
y sé que pertenezco
a esa región callada
donde se tensa el horizonte
para izar los ojos de los náufragos




ENTREVISTA AL POETA FEDERICO BAGGINI (CABA)

ESCUCHA EL AUDIO:
https://www.youtube.com/watch?v=womKbyzIW0c


POETAS ARGENTINOS - ENTREVISTA: CLAUDIA AINCHIL. PRODUCCIÓN CAMILA SUNICO. OPERACIÓN TÉCNICA: BCN RADIO. LOS MIÉRCOLES DE 20 A 21 HS. POR LA RADIO DE LA BIBLIOTECA DEL CONGRESO DE LA NACIÓN
http://bcnradio.com.ar/

FEDERICO BAGGINI (CABA)

Otneimican
De vez en vez
hay quien congrega las hebras
entre los mástiles y los arboles
(también las sombras
de algún que otro jacaranda)
y lleva consigo una ladera empinada
aunque profunda

Testimonios involuntarios
la voz de aquellas que afirman
haber visto al infinito secándose el sudor
de la pupila.

Testigos que se ponen de pie
pocas veces dan crédito a su suerte
y solo revindican el rocío,
en cada madrugada,
sino en repudio al salar

Oir eso,
sin echarse a boca abajo
crepita la tierra dentro del cielo
No hay estanterías en la pureza
del linaje

El monte alcanza la edad suficiente
entre la balanza y la pavura
Le cierra la puerta en las fauces
a quien anda con pie de latón

Antes bien,
el salto en medio de los primeros pasos.
El labio no está aún a la altura de la casualidad.
Lirba

Vuelve.
Es tiempo de llegar.
Inercia en los brazos cruzados.
La piel tendida hacia la espesura.
El humo lustra los zapatos.
Una astilla se desprende del dintel
cuando el sol entra por las ventanas del repique.

La soledad es un esquema del aire
apartado a la vera del camino.
Oscila sin proporciones.

Otra monotonía que,
invertebrada,
recubre los cementerios.

Esto de las inclinaciones
esto del tan siquiera
tal vez allá, junto a los muros
ya por fuera del laberinto
se cierne algo aún más consecuente
que la melaza y el grotesco.

En tanto haya trayectoria
(cabellos blancuzcos o algo por sofocar)
no habrá vidrio
ni tejido
que estrangule los márgenes del agua.
Oinuj

Las calles adolecen
lo desdicho se bifurca
aguacero de pulmón
nausea de metal
el entramado que desdobla
cuándo dónde desde

Los labios se apilan en tantas urnas de cristal
y los parpados peregrinan los senderos de la savia

Después,
el emblema se desparrama
con sobrado fervor en torno al hábito
herido y maltrecho.

Luego, más luego,
tienden pisadas
y algo se arrincona en la nuca,
se agolpa, se aplaca,  se condensa
piedad en los vericuetos del aire
tanto refugio más breve que cualquier excepción
y apenas si nos queda la remota saliva de ser
tan libres como el dolor.

Erbmeitpes

La ulcera en el día de todo grito
por entonces las tinieblas
en el verso de los claustros

No hablo del rubor ni del anzuelo
nos asedian los dientes
Aquí la palabra se rasca
allá la infancia renguea

Se moja la voz pisada,
descuidos del cielo en lo breve,
mejilla de algarrobo  que a sombras
la deshacen

Babas y desolación
se sacude la mañana del hueso
algo espanta, pues, la miel en la lluvia
cruje el percal bajo los pies

Alguien sugiere regar los espejos con arpones
Entretanto,
un olvido se inclina sobre mi
(por no decir que se reclina)
El ocaso se respira
en la lagrima de los relojes

Así,
acodada en la penumbra,
se pasea la tibieza
que se barre a sí misma

y mientras la vergüenza
se debate en humillaciones,
la muerte espera de pie.

Otneimicaner

Las calles con nombres propios, un sinnúmero al final.
Los pies mojados de rincones.
Disfraces que (rara vez) disimulan la parcialidad.
El paladar clavado en una espina.
Millones de rostros por cicatrizar.
Unas cuantas creces en medio de la espera.
Cada quehacer pintado a la selva y a la sal.
De acá para allá, un desfile de montículos,
de allá para acá, el ensayo de la inercia.
Echarse, pero de menos,
irse por las ramas a paso ligero sin saber cómo regresar.
Aprender el idioma de las instrucciones cuando ya no es necesario.
Que tal vez rodar por el suelo en medio de una maratón,  y darnos manzana a la vuelta.
Sin querer, tragarnos los pelos en medio de esa sonrisa.
El pecho en el pecho, el oído sobre el vientre, y una siesta a toda hora.
Mirar el sol de frente hasta estornudar.
Dar rienda a cuanta cosa sale por las narices.
Así, nos bañamos de humildad y al rato nos manchamos de vergüenza.
Que debajo del asfalto sigue viva la tierra
y húmeda la verdad.