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https://www.youtube.com/watch?v=K22avVMaKWQ
POETAS ARGENTINOS: ENTREVISTA CLAUDIA AINCHIL. PRODUCCIÓN CAMILA SUNICO. OPERACIÓN TÉCNICA: BCNRADIO. LOS MARTES DE 20 A 21 HS. POR LA RADIO DE LA BIBLIOTECA DEL CONGRESO DE LA NACION http://bcnradio.com.ar/
VICENTE ZITO LEMA (BUENOS AIRES)
DESAPARECIDOS
Ese hombre esa mujer no tienen rostro
No tienen nombre (no son más que la cresta
de una mar de ventura y nueva
que penetra en la frontera de piedra
apenas espuma
que con los vientos regios
siempre vuelve)
Un grito se alza en la noche brilla
en la espesura del silencio decae
fugaz
Después la sorpresa que abate la resistencia
sin milagro el tamaño
de la herida
por el suelo ropas / fotos / libros rotos
una cartera vacía
El coche avanza por la calle impune
nadie lo detiene
todos saben
Ese hombre esa mujer atados transpiran mucho
respiran mal
la pesadumbre el miedo
se ahogan
tiemblan
En ese mismo momento sucede
en el mundo la belleza
encuentros fortuitos / deseados / los instantes
perpetuos de la vida
Una niña en la puerta de su casa dice adiós
la gota de lluvia choca contra sus labios
hay un estallido de luciérnagas salvajes
hay un desierto de esmeraldas fundidas
Y de pronto la gran estrella polar la cruz del sur
al oeste la vía láctea
toneladas de arena incandescente
el pequeño universo que un rayo de luz
recorre en 300.000 años
Todo el cielo es una sinfonía de promesas
Pero ese hombre esa mujer no tienen rostro
ni ojos ni oídos para las glorias
Se abre una puerta
A sus espaldas queda la ciudad del corazón dormido
Una ciudad vencida
Los secretos del crimen del
horror se repiten en voz muy baja
Pero ellos
ese hombre esa mujer ya desnudos
los escuchan
vienen del techo del piso de las
paredes
están a su lado
crecen como flores negras malditas
como hongos pestilentes crecen
Los escuchan ¿son humanos?
¿Son humanos esos juramentos fieles de más dolor y
esas risas que les responden? (¿qué perversa alegría
qué perturbada detención de la historia
ocurre tras esas risas?)
Y ahora el frío y ahora la ebriedad
de una mala sentencia cumplida lentamente
día a día
sobre sus carnes abiertas (¡Y qué del alma! ¡Qué
de esa inocencia primera que fue quebrada!)
Ese hombre esa mujer sin fuerzas sin aliento casi
la venda que los cubre el piso que los recoge
su orín su fecalidad la oscuridad tremenda
ellos sueñan
Ese hombre esa mujer cualquiera de nosotros
ni vivos ni muertos
ni cielo ni tierra
ni siquiera oasis
apenas la precariedad del recuerdo
Una gaviota levanta vuelo en alba brumosa
El aire se agita pero vuelve a ser eterno
Ese hombre esa mujer esperan.
MATER
(Vals de una rosa)
Dedicado a las Madres de Plaza de Mayo
¿qué ha sido mi vida en estos años?
¿qué ha sido nuestra vida en el tiempo de la muerte?
cada uno tendrá que desnudarse y rendir cuentas
porque nada de buena eternidad puede levantarse
sobre tierra podrida y deberá ser puro de roca el espejo
y fértil de sinceridad la lengua
y todos veremos nuestro rostro culpable pero no todas la
culpas son iguales
el que huyó por no soportar los vientos del terror
el que tapió su casa para no escuchar más sollozos
el que se creyó seguro porque a él no lo tocaban
y hasta ocupó la silla vacía del que se llevaron
él no tiene en su frente el estigma de la sangre
y aunque el silencio de los buenos haya dañado tanto
como la cuchilla del asesino
será el asesino quien habrá de pagar primero
y lo repito: no me pidan piedad ni que regale el perdón
ni que conduzca la paz hasta el umbral de mi enemigo
yo no soy la dueña de la vida de mis hijos
yo no soy la dueña de la aventura y el martirio de mis hijos
sólo ellos podrán tener piedad y perdonar
de ellos es la paz porque de ellos fue la fortaleza
ha sido por nuestra debilidad que esta tierra se pudrió
y estas aguas se alzaron y nuestras alegrías se corrompieron
ha sido por nuestra debilidad que tocamos fondo en el horror
y el horror bailó sobre los corazones
ha sido por debilidad que la memoria es hoy real peligro
pero a pesar del peligro ya no se desvanece ni declina
como declina mansamente la luz en esta plaza
aún no los he encontrado hijos
pero buscándolos vuestra madres se ha encontrado
mis hijos me han madurado
mis hijos me han enseñado
mis hijos me han hecho una mujer
no se dejen vencer el calor de mi cuerpo ya los envuelve
resistan la pesada eternidad del frío
rechacen esa quietud que los invita
hagan retroceder de sus bocas amadas el silencio
yo los espero
yo no los voy a dejar de esperar
porque están vivos en mi espera
porque para creerlos muertos tendrían que mostrarme
sus cadáveres
cadáveres que yo besaría y enterraría junto a una flor pero
no junto a sus sueños
y yo los llevaría enteros otra vez en mí
hasta que pague lo suyo el asesino
hasta que no vuelva a nacer otro asesino
¡de esta devastación casi infinita
la nueva vida tiene que surgir!
no siempre serán estos días
una obligada tristeza
y perfumará
perfumarás vida como la sabia rosa
más allá de nuestra precariedad
y alumbrará
alumbrarás vida como rosa de armonía
en infinita provincia de luz / que protege / y calma
hasta que la tormenta cebada
cribada y negra
se pierda de prisa tras la primera luna
sin pena ni tampoco gloria
vida si que aún entre agonías
te prolongas
nos invades
¡crece!
no te detengas vida
y todo corazón que envejece y todo corazón cargado de duelos y
fatigas
se abrirá a ti
les guste o se resistan los perros
de su pena y los del odio
crece vida continúa rosa
crece árbol del rosal entero crece
aunque ya no sea mi mano
la que te arrime el agua
y podrán los cuerpos y sus nombres ser apenas
un destello o un humo
y podrán las ilusiones estrellarse contra el piso
y en la boca secarse las palabras
y convertirse en veneno la soledad
pero tú vida seguirás con loca dulzura
llamando a nuestra puerta
seguirás obstinada y obstinada en esta plaza
o en aquel jardín
quitando las piedras y malezas
para la nueva y siempre
la erguida / breve / humilde y alta
la tan fragante
tenue muy tenue
eterna rosa.
PRELUDIOS DEL AMANECER
In memoriam de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki
La noche se presenta pálida y agónica,
como un testigo de la eternidad.
Tengo preguntas en la noche...
La luna quiere saber de la mar: su estruendo
la espanta.
Enjambres de flores alucinadas increpan
la desolación de la tierra: se marchitan.
Los niños escuchan las respuestas de las
vírgenes de la piedad: el hambre
no tiene respuesta.
Mil preguntas flotan en la noche. En el cielo
del perpetuo socorro se alza una cascada de
nubes rojas.
Sé que la agonía de la noche es el
comienzo de todas las agonías. Veo venir los soplos
siempre agrios del dolor que se llama soledad.
Sé que la eternidad de la noche es un espejo
de la fugacidad del día. Escucho los pasos
de la resignación. (Son de mi cuerpo,
pero no son míos...)
La voz de mi madre llega con la liviandad
de un susurro, el viento del sur mueve
las cañas de bambú
y ella aleja la palidez de la noche
–Te conozco. Nunca te resignarás. Ya
de niño preguntabas todo.
–¿Por qué la muerte de esos cuerpos, madre,
sangrando como ríos por la calle?
–¿Por qué la muerte de esas almas, madre,
ya secas como piedras, arrastradas como sacos
de basura, en la estación de tren de Avellaneda?
–¿Ellos qué deseaban, hijo?
–Uno se agitaba por el reino de la belleza...
El otro pretendía la justicia del cielo
aquí, en la tierra...
–Ya tienes las respuestas sobre sus muertes, hijo...
¿Siempre será así, madre?
Los cuerpos devorados en su vida…
Las almas perdidas en su muerte…
Los cielos de diciembre son espejos de sangre…
¿Siempre será así, madre…?
Tienes la respuesta en tu propia boca, hijo…
No lo olvides: el que calla, otorga…
La noche avanza sobre el día,
pálida y agónica.
La única eternidad que se escucha es el silencio.
De los muertos es la quietud de la muerte.
De los vivos es la desesperación de la vida.
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