viernes, 19 de julio de 2019

ENTREVISTA A LA POETA SABRINA BARREGO (BS AS / MENDOZA)

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https://www.youtube.com/watch?v=WW8Ul90zOi0&feature=youtu.be


POETAS ARGENTINOS: ENTREVISTA CLAUDIA AINCHIL. PRODUCCIÓN CAMILA SUNICO. OPERACIÓN TÉCNICA: BCN RADIO. LOS MIÉRCOLES DE 20 A 21 HS. POR LA RADIO DE LA BIBLIOTECA DEL CONGRESO DE LA NACIÓN http://bcnradio.com.ar/

SABRINA BARREGO (BS AS / MENDOZA)


Las Heras

estoy enfermo de los recuerdos de infancia.
sergey esenin

recuerdo el gallinero
de la casa de mi abuelo:
las gallinas,
las palomas,
la visión del alambrado
romboidal.
las palomas de mi abuelo
tenían un corte de tijeras
en las alas
y yo no sabía por qué.

las manos de mi abuelo
eran filosas como las de dios.

recuerdo el gallinero
con desesperación:
las palomas,
las gallinas,
juntas como hermanas
en la quinta de mi abuelo.



2.945

a D.L.

el epitafio de un dique
inscripto en una placa de metal.
la tristeza invernal
de las lamas muertas
en la orilla del río
y el río que
llega con los colores de la tarde
cuando mira al cerro.

el otoño
se extingue
en el follaje
con la caducidad
de los juegos de la infancia.

la medida del tiempo
es el chico que
toma agua de la canilla,
ese instante de belleza plena
de su boca bebiendo
y de las gotas golpeando
contra la tierra
-yo lo miro enrojecida
como ocultando un amor-.

y la brisa, viento casi,
y el infinito a su lado.

Animal doméstico

la indecisión del sol
nos está matando.

la lluvia lava el polen
de las flores.

la mano que acaricia se desvanece,
el rastro de su tacto no se borra.

en su biblioteca,
la máquina que escribe
se relame con metáforas.
poco sabe
del hambre de las abejas.
  
AL NIÑO PEZ

Camino en un círculo,
un surco de antiguos crímenes,
profundo. Amargo.

El hijo en la cuna blanca se mueve y suspira,
abre la boca, ahora, exige.
Su carita,  tallada en la madera roja de la aflicción.
[Plath]
¿Cómo puedo cantarte a vos,
pichón traído por las lluvias,
que una noche de verano
te escurriste
desde tu nido
dejando la huella tibia
de tu nacimiento?
¿Cómo puedo cantarte
más allá de tu sangre?
Más allá de mi dolor.
Te confundís con la imagen
que me he hecho de vos.
Te confundís con la imagen de todas
las aves arrojadas
de sus nidos que he visto.

Intento cantarte.

Vinieron los zorros,
los niños tuvieron miedo.
Duerma, niño, duerma
el zorro ya se va…

Pero mi canto enmudece
a la vuelta de la noche,
a la vuelta del sol.
Con el último aliento, hijo,
en esta nana
nunca será de noche.
  
Un par de pájaros

I.
cortaba el zonda
la avenida
la otra tarde
el cuerpo de un pichón
tibio aún
caído del nido
entonces pensé en
la hembra de su especie
inmediatamente
naturalmente

cuando lo encontré
aún respiraba
el pajarito dibujaba
movimientos en las baldosas
calientes de la vereda
inclinada lo tomé
con mis manos
era blando casi informe y traslúcido
lo acosté sobre la tierra
-como se alza a un bebé
de la cuna
después de la siesta-
y le improvisé
una cama de hojas
a los pies de un árbol
para darle lo único
que estaba a mi alcance
el final digno o lo que
yo concibo como dignidad
no devolverlo a la realidad
de ser un hijo
abandonado por sus padres
el mínimo gesto de humanidad
que quisiera recibir
alguna vez

lloré un poco
quizás por mis propios asuntos
atados ahora a la muerte del ave
a la imagen de todas
las aves muertas
que guardo  en la memoria

*
temporada de pájaros
como niños acaso
en situación de calle
una forma estética de nombrarlo
yo les escribo poemas
a los pájaros
porque no tendría monedas
que regalarles
a todos los niños
aún así los miro
a los ojos fijo
no les bajo la mirada
que es lo más horizontal
que me sale
lo que tengo a mi alcance
el gesto de humanidad
la estupidez
de la alabanza por la vida.

24 de Marzo

Mi abuelo se murió
muy joven
-dos años antes
de mi nacimiento-
demente-senil
con una cabeza
de medusa
en el hígado,
fruto de
sistemáticas
torturas
carcelarias.

A mí
el hígado
me lo arruinaron
en el hospital
con estabilizadores
del ánimo.

Té de carqueja
infusión de
pichana,
hierba del pollo,
cola de caballo...,
me dice el Claudio
-su voz
en el teléfono-,
mientras allá
chillan los grillos
y acá
llueve;

todo lo amargo
limpia,
me dice,
mira qué loco
que las hierbas
amargas
le hagan tan bien
al hígado.
Ese órgano,
en realidad,
se enferma
mucho
cuando se han pasado
amarguras.

“Las flores de mi jardín han de ser mis enfermeras…”

a la vez
que todo
se derrumba
yo permanezco
en mi jardín
pues
el leve
vestigio
de mi fe
crece allí
abigarrado.

un pedazo
de tierra
racionado
en macetas
aunque entregado
por completo
a la brujería
donde cavo
con los dedos
buscando un alma
que a lo mejor
sea la propia.

no tendrán
mis plantas
gran despliegue
performativo
diversidad
de colores
crasas
cactus
y suculentas
de raíces
especializadas
para chupar
el agua
de este desierto
al que fui trasplantada
pero permanecen
ahí
firmes
rústicas pinchudas
sin doblegarse
como
cualquier
vara verde
con el cambio
de las estaciones
y sus elementos.

no les hablo
siempre
a mis plantas
insisto ahí
en silencio
la mayoría
de las veces
como ejercicio
aprendiendo
la pequeñez
de sus fototropismos
cada brote pujando
para salir
de su nudo
lentamente
naturalmente
como fueron hechas
las cicatrices
para no olvidar.

con paciencia
minúscula
en el detalle
las he cuidado
de la brutalidad
de las gatas
en celo
de la gula
de las orugas
de ese sol
descascarándose
poco a poco
sobre el piso del patio
del desborde
de mi temperamento
fluyendo
torrentoso
en el riego
cotidiano.

para esto
me he estado templado
como un metal
muy fino
y muy duro
y ahora
mis días tienden
a un ritmo vegetal
y mi regazo
es de musgo.

estas plantas
no morirán
-repito
como un rezo
a un dios
por un puñado
de tierra-.

estas plantas
no morirán
porque ninguna
otra criatura
morirá
en esta casa
mientras yo habite
en ella.



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